¿QUIÉN FUNDÓ SAN JOAQUÍN?

Con esta pregunta dejamos por sentado la certeza acerca de la fundación de San Joaquín (1795), cuyos argumentos explicativos de tal hecho histórico forman parte del ejercicio de interpretación y comprensión de los documentos testimoniales que reposan en el archivo Histórico de la Arquidiócesis de Caracas. Parte de la información contenida en esos documentos fueron presentados, en 1972, por el cronista e historiador Torcuato Manzo Núñez (1914-1988), en cuatro artículos de prensa que publicó en el prestigioso diario El Carabobeño con el título de San Joaquín de Mariara. 

 Las investigaciones históricas de Manzo Núñez trazaron la ruta para continuar ahondando en los orígenes y evolución sociohistórico de los diferentes pueblos carabobeños. Su trabajo de archivo lo diferenció con lo que hasta ese momento se había publicado, y lo va recoger en 1981 en el bien conocido libro, Historia del Estado Carabobo, editado por la Presidencia de la República.   

En el primer artículo fechado el 30 de junio de 1972 de su columna Abrevadero, Manzo Núñez reveló los primeros datos biográficos sobre el fundador de San Joaquín, Presbítero José Damián Saubens (1765-1829), Cura-párroco que estuvo a cargo de la Parroquia de San Joaquín de Mariara desde 1794 hasta 1825. Estos datos fueron revisados y algunos precisados en la publicación de 1997 con el libro, La Parroquia Eclesiástica de San Joaquín, editado por el Centro Socio Cultural San Joaquín.  Finalmente, en 2012, con ocasión de nuestro ingreso en la Academia de Historia del Estado Carabobo, presentamos como discurso de incorporación el trabajo denominado: La Familia Saubens: aproximación histórica del resplandor y ocaso del apellido Saubens en San Joaquín. (Disponible en el boletín digital, www.ahcarabobo.org.ve). 

Este pequeño balance histórico-historiográfico, nos permite valorar la depuración y ampliación que ha sido sometido la información o dato histórico de 1972 y, sobre todo, los avances en la comprensión y explicación de la figura histórica del Padre Saubens.   

UN BLANCO CRIOLLO 

El Padre Saubens nació en la ciudad de la Nueva Valencia del Rey, el 27 de septiembre de 1765, en el seno familiar de Mateo Saubens (1722-1813), reconocido médico cirujano, de origen francés; y María Bolaños, distinguida dama de muy reconocida familia y perteneciente a la elite capitular de la ciudad de Valencia. Su condición racial y social le permitió realizar estudios de Latinidad y Teología Escolástica en el Seminario Diocesano de Caracas. En 1790 fue ordenado sacerdote, dando inicio su carrera de oposiciones a los curatos o pueblos de Patanemo, Nuestra Señora de Altagracia de Oritucu, Valles de Morón y Alpargatón, Tarma, San Joaquín de Mariara y San Pablo de Caracas.  Solo en los tres últimos curatos fue favorecido, y en donde realizó su vida pastoral.

Su labor y experiencia parroquial en el pueblo de Tarma le permitió obtener con éxito la tenencia de la Parroquia San Joaquín Mariara en 1794. Durante su permanencia en la parroquia lo impulsó a hacer realidad las dos empresas de carácter social más importante de su carrera sacerdotal: la fundación del pueblo de San Joaquín (1795) y la edificación de la Iglesia parroquial (1796-1809). 

Le correspondió vivir los tiempos difíciles de la Guerra de Independencia (1811-1823), cuyo proceso político de la crisis colonial venezolana afectó el desarrollo urbano local que se había comenzado el 3 de diciembre de 1795. Tras más de 30 años de intensa labor parroquial en San Joaquín, el Padre Saubens opta por un nuevo curato en la ciudad capital y en 1826 se encuentra como párroco en propiedad de la Parroquia de San Pablo.  

Distante del pueblo que fundó y de su ciudad natal, el 8 de mayo de 1829 fue sepultado en el templo parroquial a su cargo. 

EL APELLIDO SAUBENS EN SAN JOAQUÍN 

La conclusión que obtuvimos del trabajo de investigación del 2012, fue que en San Joaquín dejó de existir el apellido Saubens. Por su condición sacerdotal y decisión religiosa, el Padre Saubens no dejó descendientes, pero sus hermanos y los descendientes de ellos, habitaron en el pueblo que había fundado el Padre Saubens en 1795. 

La pesquisa preliminar que realizamos, nos permite afirmar que el apellido permaneció durante el resto del siglo XIX hasta la tercera década del siglo XX.  En consecuencia, las familias Saubens están enterradas en San Joaquín, incluso el médico Mateo Saubens fue sepultado en la Iglesia parroquial el 31 de julio de 1813. 



Los descendientes de la familia Saubens estuvieron conformados en su mayoría por hijas que truncó la continuidad del apellido.     


RECONOCIDO COMO FUNDADOR 

Hay que dejar claro, que el título de fundador que se le otorga al Padre Saubens surge del reconocimiento social de sus contemporáneos y, no es, de ninguna manera, una deducción o asignación posterior de algún historiador.    

El primero que dejó constancia de los méritos de Padre Saubens, fue el Teniente de Justicia Mayor Juan Buenaventura Correa, que  certificó en San Joaquín el 26 de enero de 1810 lo siguiente: …“que desde aquel año [1794] dedicó sus esfuerzos y desvelos a la fundación del pueblo en terreno q.e pudo conseguir de gracia de dicho señor Conde [de Tovar], delineando las calles y repartiendo solares por sí mismo hallándose el día un pueblo de más de ciento y cincuenta familias arregladas de sólidos fundamentos que dan el mejor ser”…  (Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Caracas, Sección Parroquia, Carpeta Nº 40, f. 30vto.).

La autoridad civil de Teniente de Justicia Mayor estaba a cargo de uno de los primeros vecinos añilero o cultivadores de añil, de origen vasco y procedente de Maracay, que fundaron al pueblo de San Joaquín de Mariara el 3 de diciembre de 1795. Por tanto, un testigo calificado para certificar el importante hecho social de la fundación de San Joaquín.

Igualmente, recibió del Ilustre Ayuntamiento de Valencia la certificación, fechado el 20 de enero de 1817, de la siguiente afirmación: …“que hace el dilatado transcurso de veinte y tres años cumplidos que ha servido aquel Curato [San Joaquín de Mariara] en propiedad en cuyo tiempo tiene el que expone [Padre Saubens] el honor  de haber fundado el pueblo desde sus primeras líneas y haber construido su yglesia parroquial”… (Ídem, f. 34).

En una relación de méritos que firmó el 26 de octubre de 1824, con motivo del concurso de oposición a la Parroquia de San Pablo de Caracas, el Padre Saubens afirmó lo siguiente: …“se me dio posesión únicamente en el conocimiento de sus linderos por no haber pueblo ni yglesia ni preparativos para ella, y he servido este Curato el dilatado transcurso de treinta y un año en cuyo tiempo he fundado el pueblo y he construido la yglesia de tres naves y obra limpia de sólidos fundamentos”… (Ídem, f. 53).

El legado del Padre Saubens es invalorable y se pierde de vista, pues, tanto la Iglesia parroquial como el pueblo siguen vigente. Sin embargo, los sanjoaquineros aún no hemos estimado e históricamente reconocido el desempeño que tuvo su ejercicio pastoral, como párroco y fundador de San Joaquín. Apenas se logró una pequeñísima muestra de agradecimiento y recuerdo a la memoria del Padre Saubens, con la elaboración de un busto en bronce y la reinauguración del salón parroquial en 1997.

TRAS SU DESTINO FINAL

Ha sido infructuosa la ubicación de los restos mortales del Padre Saubens. Es posible que sus huesos hayan sido trasladados a otro lugar u olvidado en los cimientos del Teatro Guzmán Blanco (1881), hoy conocido como Municipal de Caracas. Pero, a pesar de las circunstancias, hemos de seguir indagando por tener una respuesta satisfactoria del paradero donde reposa sus restos.  

En conclusión, los sanjoaquineros tenemos un deber histórico de rendirle honor al Padre Saubens, que lo merece por los méritos obtenidos en su vida temporal. Asimismo, tenemos una deuda con él, pues hizo posible la Iglesia Parroquial y el Pueblo de San Joaquín. Las futuras autoridades municipales tienen la obligación de destacar mediante la inauguración de una obra emblemática con el nombre de José Damián Saubens. Es lo menos que podemos hacer ante la grandeza de este hombre, que no vaciló en cumplir su responsabilidad social. 


Evencio Díaz

Cronista Municipal





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