RÍO HATO VIEJO HOY EREIGÜE
El 20 de mayo de 1596, en la
ciudad de la Nueva Valencia del Rey, el Gobernador de la Provincia de Caracas,
don Diego Osorio, firmó un auto de venta a nombre de María de las Nieves
Quiñones, viuda del reconocido conquistador y pacificador de la provincia,
Capitán, Vicente Díaz. El auto se producía por solicitud de tres peticiones de composición de
tierras que realizara Francisco Hernández, sobrino y apoderado de María de las
Nieves. El precio de la composición y venta consistió en el pago de 69 pesos de
oro fino fundido y marcado con la marca Real.
Entre las tres tierras compuestas
se hallaba…“un sitio de hato de ganado
mayor que dicen del hato Viejo y se le da por linderos por una parte el cerrito que llaman de Antillano [por el
oeste], y por la otra el cerrillo que llaman de Mariara del un pie de la cierra
a la otra que será media legua de ancho, y de largo del pie de la cerranía
hasta la laguna de una vanda el monte que dicen de la Palisada hasta el monte
que divide a esta con la del hato de Martínez”…
(Archivo General de la Nación, Sección Tierra, Año 1710, Letra S,
expediente 1, f. 50). Del texto se puede
inferir lo siguiente: en primer lugar, el nombre del hato dio la denominación al
Valle y, de este a la del río, que lo cruza en dirección norte-sur; en segundo,
se perdió el nombre originario del lugar, asignado por nuestros aborígenes; muy
distinto con lo que ocurrió con las tierras vecinas de Mariara y Guacara. Y por
último, esos mismos linderos, aproximadamente, son los mismos límites
geográficos del actual municipio San Joaquín.
El término compuesto de Hato
Viejo significa: Hato, porción de terreno destinado a la producción de pastos
para la cría de bovinos, equinos, o ganado híbrida (mulo y burros); y, Viejo,
la existencia en el terreno de varios hatos, que permitían trasladar los
animales de un lugar a otro. (Hato Viejo
y su origen, Marciano Núñez, Guanabanero.com, 2010).
El nombre del Valle de Hato Viejo
estuvo su auge, y reconocimiento geográfico
durante los años subsiguientes a la composición. Así, lo dejó asentado
el Teniente de la ciudad de Valencia, don Antonio Manzano, en una descripción
geográfica, fechada el 10 de septiembre de 1768, que al nombrar los ríos de la jurisdicción
valenciana, señaló al Río Hato Viejo, como…“de
poca consideración, tiene muchas tierras muchas tierras, biben algunos labradores pobres, se coje buenos
tabacos, y todos fructos [sic], nase de las serranías de hucumare [Ocumare]. (Relaciones Geográficas de la Gobernación de
Venezuela, D. Ángel de Altolaguirre
y Duvale, 1954:38). Obviamente, que la actividad ganadera en la extensión del
terreno, para la fecha, había disminuido; sin embargo, el nombre había quedado
en la denominación del valle y río.
A través del tiempo, quizás para fines
del siglo XIX, el nombre de Hato viejo quedó reducido solo a una pequeña
fracción del valle. Esto se debe de que los herederos de María de las Nieves comenzaron
desde muy temprano la división del territorio. Hoy solo nos queda el recuerdo
del nombre, pero dentro del Valle Hato Viejo se conservaron las voces Indígenas
de Cura, Zamuro, Maco-Maco, Aguacate y Ereigüe.
LA VOZ EREIGÜE
En un principio creíamos que la
voz indígena de Ereigüe se le atribuía a un árbol muy abundante en la zona
norte, que crecían en los nacientes del río; pero ha sido difícil la
verificación de esa hipótesis, por cuanto no hemos identificado el árbol ni
logrado conseguir una referencia valida que confirme el nombre. Lo que si
estamos seguros es que Ereigüe fue el nombre que se le dio a la parte norte del
territorio denominado valle Hato Viejo.
En el año de 1996, el profesor
universitario, Espíritu Angulo Molina, publicó su trabajo de Ascenso, llamado Voces Indígena de Venezuela (disponible
en internet). En ese trabajo señala la distribución del país en seis troncos
lingüísticos idiomáticos, conformado por 51 lenguas. En la región Central, que
abarcan los estados Guárico, Cojedes, Miranda, Distrito Capital, Aragua y
Carabobo; se encuentran las voces Giro, Aracoide, Tarma, Teque y Taíno. En este trabajo hemos ubicado la voz Ereigüe, cuya
voz Aracoide, tiene tres acepciones: Borrasca, Nubarrón y Oscuridad.
Nuevamente, nos sentimos obligados a someternos a una nueva hipótesis: las dos
primera acepciones la descartamos por referirse a fenómenos atmosféricos, que
tiene un alcance momentáneo en el tiempo; pero cuando nos referimos a
Oscuridad, significaría “lugar con luz muy escasa”. De acuerdo a la situación
natural, en esos espacio habitados por indígenas en época muy remota, vivían en
medio de una densa vegetación, que dificultaba la penetración de los rayos del
sol. Quizás ese contexto originario sus habitantes llamarían Ereigüe al lugar.
Hoy lamentablemente es una zona
devastada, por la indiscriminada explotación de material no ferroso (Arena) que,
pareciera una zona bombardeada en época de guerra europea, sí, pero una guerra
contra nosotros mismo y, con la próxima generación por los graves impactos de los
daños ambientales y ecológicos que heredaran. Los actuales y anteriores
gobiernos municipales se han hecho los sordos y ciegos ante esta triste
realidad social, que hasta el día de hoy no hay ningún instrumento legal
(Ordenanza) que regule la explotación minera en dicha zona; además, que busque
revertir los daños ambientales. Hay un grato recuerdo que, hasta no hace mucho,
cuando se subía hacia la zona del Ereigüe, el cambio de temperatura fresco, con
tendencia a frío, comenzaba a notarse; hoy ya no existe esa diferencia como
consecuencia de la deforestación severa que ha sido sometido el espacio natural.
No solo la zona conservó el
nombre de Ereigüe, sino que también se extendió con la identificación del río,
sustituyendo la designación de Hato Viejo. ¿Cuándo sucedió ese cambio? Ha sido un cambio relativamente reciente,
pues a través del tiempo el río, además
de Hato Viejo, tomó diferentes nombres, tales como: San Joaquín, Punta Zamuro, Las
Raíces, Los Jabillos, hasta rio Amarillo, que tiene relación con los nombres de
los diferentes cursos de su recorrido o al colorido ocasional de sus aguas como
resultado del lavado de arena.
En la zona del Ereigüe se desarrolla una
pujante comunidad, que en el censo de 1950, solo había dos viviendas y 11
habitantes. Para 1971 había aumentado a 27 viviendas y una población de 108
habitantes. Sus habitantes tienen el reto de enfrentarse a esa realidad ambiental que, los afectan a todos por igual,
y, entre todos puedan lograr darle al lugar el sitial turístico que corresponde
por sus condiciones naturales.
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