La posada de San Joaquín
En
los recuerdos de la viajera francesa Jenny de Tallenay: 1878-1881
Evencio Díaz*
En
Francia, en 1884, la Librería Plon Nourrit
de París publicó la obra de viaje de Jenny de Tallenay (1855 - ¿?), hija del
Cónsul General y Encargado de Negocios de Francia en Venezuela, señor Henri de
Tallenay, quien, junto a su esposa la marquesa Olga de Tallenay, permaneció en
el país ejerciendo el cargo diplomático durante tres años. La publicación fue
intitulada como, Souvenirs du Venezuela:
notes de voyage, y está ayudado de ilustraciones de la autoría de Saint
Elme Gautier, quien estampó algunos
aspectos del ambiente que vivió la viajera. Fue traducido al español por René
L. F. Durand y publicado, en 1954, en Biblioteca Popular Venezolana de
ediciones del Ministerio de Educación con el título, Recuerdos de Venezuela. En él recoge y narra las impresiones que
viviera, la dama francesa, en su estadía en Caracas y de las excursiones al
territorio interiorano que visitó. Es una obra que expone la riqueza de las
costumbres venezolana, que según la investigadora de la UCAB, Marielena Mestas Pérez,…“es una colección de relatos plenos de
aportes etnológicos” (Viajeras entre dos mundos, 2011:318).
Más
tarde el Rectorado de la Universidad de Carabobo publicó, en 1971, un fragmento
de la traducción española en el libro, Viajeros
por tierras de Carabobo, Siglos XVIII Y XIX; cuya selección, prefacio y
notas estuvo a cargo del escritor valenciano, Felipe Herrera Vial, el cual solo presenta los capítulos XIV y XX
(1954: 143-151; 203-211) que, no relata todo el tránsito por los valles
que conforma la región carabobeña,
omitiendo, entre otros, el capítulo XXIII que describe su marcha por los
pueblos orientales de Carabobo. El itinerario de retorno a Caracas, tomado por la
viajera,
fue Puerto Cabello, El Cambur, Las Trincheras, La Entrada, Bárbula y
Naguanagua, en éste lugar a la francesa le ocurre una situación con el coche
que la hace afirmar: …“El pueblo
venezolano es muy honrado, y a este respecto se disfruta en todo el país de una
perfecta seguridad”… (p. 209). Esta percepción nos hace recordar la esencia
de lo que somos ante
la aberrante conducta social de algunos venezolanos.
La visita a tierras de Carabobo fue a fines de
1880, conformados por Jenny y su esposo, Ernest von Bruyssel, ministro Belga en
Venezuela, quien había contraído nupcias en Caracas meses antes. Además los
acompañaba el cochero, un indio llamado Inginio, que había sido contratado en
Puerto Cabello, y los tres corceles, cuyos nombres se repiten en la narración, demostrando su
carácter protectora. A su salida de Valencia llegan a San Joaquín “hacia las cinco de la tarde”,
posiblemente los primeros días de diciembre, en donde pasaron la noche en la
única posada,
inmueble que se encontraba a la salida del pueblo por el oriente, en la esquina
sureste del cruce de las actuales avenida Bolívar y calle Miranda. Esta casa colonial
sirvió de residencia y local comercial, y utilizado como plaza taurina y de
pelea de gallos; fue remodelado en diferente ocasiones y demolido a principio
de siglo XXI.
La posada quedó registrada no solo en el testimonio subjetivo,
de lo mal atendida que era en los servicios de comida y de alojamiento por el
posadero y su mujer, “una vieja negra” (pp. 224-226), sino también en una
ilustración (1884:277) donde recordaba…“la
ventana de la antigua estructura, que daba a la calle”…
*Cronista de San Joaquín
Comentarios
Publicar un comentario