Wolf French hizo suyo San Joaquín


Es difícil resumir el transito vital de un personaje con historia y, más aún, si se trata de un hombre nacido en otro lugar, con diferente cultura, tradición y  costumbre.  Pero hay algunas huellas que nos permiten delinear su personalidad, que, al mismo tiempo, despertó nuestro interés social por conocer un poco más de su vida, y así rescatarlo del olvido para las actuales generaciones. Nos referimos al señor, Moisés Wolf French (1898-1968), reconocido ciudadano de origen polaco, que se distinguió en San Joaquín por su bonhomía, palabra que describe bien las virtudes y cualidades humanas que siempre reflejó, y permitió que algunos de sus contemporáneos quisieran dejar anotadas los testimonios de este rango, que hizo de él, una persona muy reconocida y querida. Por tanto, un personaje histórico, que “se hizo uno más de los sanjoaquineros” en su lucha cotidiana por construir una mejor sociedad, que hoy como ayer, podemos considerarlo como una fuente de inspiración, para quienes continúan trabajando por un San Joaquín que todos queremos.
El primero en destacar el personaje de Wolf French, fue el cronista Luis Carruido Páez, quien lo reseñó en un artículo publicado en la revista de, La Panela Ilustrada (Nº 35, Año 3, Enero 1987) con el título: De San Joaquín: Wolf French.  Y, el segundo trabajo, aún sin publicar, es una breve reseña, del señor Pablo José Peroza Bazán, que lo denominó: Pequeña Biografía de Moisés Wolf French (Míster Frencho), de fecha 2010.  Ambos trabajos, recogen importantes datos históricos para la construcción biográfica que, junto otras informaciones, nos aproximaremos en la vida de un personaje sanjoaquinero de origen europeo.

Descripciones y  anécdotas  

El señor, Wolf French, nació en Varsovia, Polonia, el 12 de diciembre de 1898. Perteneció a la primera ola de inmigrantes polacos que arribó a los puertos venezolano, pues ya para el año de 1935 se encontraba en La Victoria, estado Aragua, en compañía de su esposa y sus dos hijas, quienes ese mismo año retornarían a Polonia.    
Carruido Páez (1987) lo recuerda como una persona de…“paso muy marcial, rubicunda la tez, calva brillante, ojos grises, palma hacia atrás y una leve sonrisa”… se destacó como hombre bondadoso, y su peculiar pronunciamiento enrevesado del español no lo limitó para participar en todos los quehaceres culturales de los sanjoaquineros. Su proceso de adaptación y asimilación era dado por su característica individual.  Es posible, que su visión del mundo europeo, le permitiera cualidades de creatividad en las diferentes actividades económicas que practicó, como modo de sustento familiar. Fue un próspero comerciante. Se dedicó a la minería o saque de arena, adquirió inmuebles y terrenos, y fue  agricultor. 
Pero además compartió las diferentes actividades festivas, deportivas y culturales que se realizaban en San Joaquín. Nos recuerda, Peroza Bazán (2010), lo siguiente: …“Era muy aficionado al juego de Bolas Criollas, ya se imaginaran como jugaría pero él lo disfrutaba, sobre todo, a la hora de pagar la cuenta, que siempre pagaba, diciendo: ¿Quién paga? ‘La Bebona’ Francha, queriendo decir que pagaba el pendejo de Míster Frencho”…
Su condición innata de hombre solidario con su semejante, también mereció ser recordado, en medio de la siguiente situación: …“Cualquier noche de cualquier día, las campanas de la única iglesia tocaron a rebato; se quemaba la casa donde funcionaba la vieja planta eléctrica que mal alumbraba las noches de aquel San Joaquín;  todos los habitantes corrieron hacia allá, las llamaradas alumbraban los contornos y  los asombrados rostros; unos veían, otros luchaban contra las llamas y allá sobre el techo, en el caballete, entre varias figuras se observaba, rojo y sudoroso, con el toro desnudo, a Wolf French en la lucha tenaz contra el incendio” (Carruido Páez, 1987:8).  Así fue la vida de este personaje, cuya existencia nunca estuvo indiferente con su entorno social. Por esta razón, fue un ciudadano siempre presto al servicio colectivo. En su vida pública fue un ejemplo, por su dedicación e incansable trabajo honesto, sobre todo, en las cosas públicas. 
Los sanjoaquineros recibieron con tristeza la trágica noticia de su muerte, el 16 de septiembre de 1968, en las aguas de la playa El Palito, Puerto Cabello. De manera poética, Carruido Páez (1987), describe esta etapa última de vida, señalando lo siguiente: …“lanzó su cuerpo al mar Caribe y nadó y nadó hasta el cansancio; sus brazos surcaron aquellas aguas cálidas hasta desfallecer; luego las olas lo devolvieron inerte y frio, a la tierra de donde ya no saldría más. Su sangre eslava fue abonar tierra de mestizos, en este mismo pueblo [San Joaquín] que frenó sus pasos y calmó sus ambiciones” (p.8).       
                   Hasta su ausencia física, fue generosa al dejar entre nosotros, como fruto de su unión matrimonial con la señora, María Gerónima Mendoza, a sus proles conformadas por Bernardo, Beatriz y Lilian, ciudadanos ejemplares y sanjoaquineros que prolongan su bonhomía. 

Un derecho de pluma de agua

            En 1941, el señor Wolf French envía una comunicación a las autoridades municipales, señalando lo siguiente: …“que teniendo que fabricar una casa en el terreno de su propiedad situada en el vecindario El Remate, y teniendo necesidad de agua potable y no queriendo conducirla a su casa en vasija, exigía a esta Junta le conceda el derecho para instalar una pluma de agua en un ramal que la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela le cedió a la municipalidad para beneficio de dicho vecindario”…  (Libro de Actas de la Junta Comunal de San Joaquín, 1941-1948, f. 23). La solicitud fue aprobada por considerar que, la nueva  toma de agua, no afectaba a los vecinos, pero, lo más importante de esta petición, fue su formalidad de la solicitud, como la adquisición protocolizada del terreno a los legítimos propietarios.  Toda su actividad, que le correspondió realizar en su vida, fue de esa manera: un comportamiento ejemplar de ciudadano y de responsabilidad social.

El primer monumento del Libertador

Para los primeros años de la década del 40 del pasado siglo XX, el municipio San Joaquín aún no contaba en su Plaza Bolívar (1928) con un monumento que rindiera homenaje al Libertador, Simón Bolívar (1783-1830). Había transcurrido 16 años que, a la plaza principal, llevaba el nombre de Bolívar, cuando a principio de 1944 se toma la iniciativa de erigir un busto en medio del lugar, conforme eran levantado en los demás pueblos y ciudades del país. La primera donación e incentivo para lograr tan importante empresa, lo hace el señor César Casteluche, diputado de la Asamblea Legislativa del Estado Carabobo, vecino de San Joaquín y representante del municipio, que ofreció a la Junta Comunal, de su designación parlamentaria, la cantidad de 500,00 bolívares destinado a la instalación del pedestal para colocar el busto del Libertador (Libro de Actas de la Junta Comunal de San Joaquín, 1941-1948, 7 de enero de 1944, f. 94). Dicho busto, había sido donado en 1943, por el Dr. Tomás Pacanins, entonces gobernador de la entidad carabobeña. 
 Para llevar a cabo el proyecto de erección del monumento, la Junta Comunal en sesión del 10 de enero de 1944, decidió y aprobó nombrar una Comisión Pro-Busto al Libertador, que se ocuparía de recaudar fondo para su construcción. La Comisión quedó compuestas por los siguientes señores: César Casteluche,  Wolf French, Arturo Lander, Dr. Marcos Tulio Henríquez, Br. Alfonso Jiménez y Ramón Bernal. Seguidamente, los designados eligieron a las autoridades de la Comisión al señor, Wolf French, Presidente; Br. Alfonso Jiménez, Secretario, y al señor, Arturo Lander, como Tesorero.
 Era un asunto de patria y patriotismo, y los sanjoaquineros habían visto en Wolf French, que lo tenía por adopción, la persona idónea para encabezar un proyecto de gran significación colectiva. Sin duda alguna, que, Wolf French se había ganado el respeto y la estima de la comunidad y, entre ellos, de sus autoridades municipales que no vacilaron en designarle la responsabilidad social. El primer paso, que dio el señor Wolf French, como presidente de la Comisión, fue dirigir una comunicación a la Junta Comunal señalando lo siguiente: en primer lugar, la decisión de la comisión de reconstruir la Plaza Bolívar antes de levantar el monumento, y deseaba conocer los criterios de la Junta. En segundo lugar, sugiere que los trabajos de construcción se hicieran con la colaboración de dicha corporación municipal. Aun cuando las proposiciones fueron objetadas, por estar en proceso de elaboración el presupuesto anual,  la Junta Comunal acordó contribuir según la disponibilidad de sus rentas (Ídem., fs.101-102).
Los trabajos se comenzaron de inmediato, pero esto ocasionó la convocatoria de una reunión extraordinaria de la Junta Comunal, que estaba conformada por José Eugenio Ojeda, Presidente, Antonio José García, Vicepresidente, y los Vocales, Félix  Galíndez y  Ángel Eduardo Arias, con los integrantes de la Comisión Pro-Busto al Libertador. Fue una prolongada y acalorada conversación, en donde el Vicepresidente quería suspender los trabajos de reparación de la plaza, por considerarlo prematuro la ejecución y, por la falta de conocimiento acerca de las partidas presupuestarias del trabajo. Después de superada la discusión, hasta el Tesorero de la Comisión había puesto su renuncia, y por supuesto, negada, el Presidente determinó y aprobó lo siguiente: …“que para evitar estas controversia, concede al Comité la facultad para obrar libremente en cumplimiento y realización de su proyecto conforme lo haya dispuesto” (Ídem., f.106).
Para la ejecución de los trabajos, se recibieron los aportes del Ejecutivo del Estado Carabobo a través de la Oficina de Obras Públicas, con la disposición de 50 sacos de cementos. Y la Junta Comunal aprobó la contribución de 200,00 bolívares, además, de las gestiones con la empresa de Luz Eléctrica para la modificación de la altura del alumbrado, que entorpecía la colocación del monumento.  Fue un trabajo arduo, que ameritó el desvelo del señor Wolf French, para quien, según Carruido Páez (1987), fue un…“guardián preocupado hasta en sus mínimos detalles del ensamblaje del pedestal de granito, solía verse en unos de los bancos adyacentes, vigilante y cuidadoso de los trabajos” (p.8).   
En un comunicado escrito, el presidente de la Comisión Pro-Busto al Libertador,  señor, Wolf French, le participa a las autoridades municipales que el día 11 de  abril de 1944, sería entregada la obra ya concluida. Y para beneplácito del presidente y demás integrantes de la Junta Comunal, determinó que la inauguración se llevaría a cabo el viernes 14 de abril. Por tal motivo, las autoridades consideraron el acto como un acontecimiento de suma transcendencia, y propusieron para darle mayor solemnidad, decretar día de fiesta en el municipio (Ídem., 10 de abril de 1944, f.121).
El 14 de abril de 1944 fue un día jubilar para los habitantes de San Joaquín. Tan importante consistió esa fecha que, en los sucesivos años, se celebraba el día de la erección del Busto del Libertador. La programación estuvo muy organizada, y hubo intervención de palabras del señor, Enrique Grascors, y por la Junta Comunal la del Vicepresidente, Antonio José García; y hubo ofrenda de corona. Tuvo la asistencia de los alumnos de las escuelas, con sus maestros y directores, el prefecto del municipio, representantes del Concejo Municipal del Distrito Guacara, entre otros invitados.


Un servidor público

Es difícil creerlo, también, el señor Wolf French incursionó en la actividad política, con la participación activa como autoridad del Poder público municipal, y estuvo en ejercicio de gobierno en la localidad de San Joaquín. En 1957 fue designado por el Concejo Municipal del Distrito Guacara para formar parte de la nueva Junta Comunal. El acto de instalación de dicha Junta, se realizó el 8 de mayo, quedando electo los siguientes ciudadanos: Alfredo Camacho, Presidente; Braulio Ramos, Primer Vicepresidente, y,  Wolf French, Segundo Vicepresidente.  Y los vocales, los señores: Pedro Guédez, Luis Salvador Palencia y David Muñoz.  Su dinámica participación, le permitió opinar y decidir acerca de los asuntos públicos del municipio San Joaquín, pues era parte de la comunidad, y se había hecho un hombre respetable para ocupar un cargo municipal. Su gestión  culminó el 3 de marzo de 1958, con el reconocimiento de todos los sanjoaquineros y, su comportamiento demostró, lo acertado de la lapidaria frase atribuida al “Che” Guevara, que dice así: “No importa donde se nace sino donde se lucha”.
Por último, queremos destacar su cercanía con la Iglesia, en su condición de cristiano-católico, herencia que había recibido de sus mayores en tierra polaca, que demostró su preocupación  por los asuntos espirituales y temporales. Es por ello, que formó parte de  la Junta Pro-templo, en 1962, organizada por Párroco, Fr. Domingo Segado Casanova, con el objeto de reparar los techos del templo parroquial (Libro de Gobierno, 1960-1982, f. 485).



NOTA MARGINAL

En suma, los hombres públicos como el señor, Wolf French, irremediablemente serán siempre unos personajes de interés social, porque ellos no se conformaron con una vida para sí mismo, centrados en su familia y quehaceres personales, sino, que también, se ocuparon de los asuntos sociales; de lo contario, hubiese pasado como un hombre “sin historia”,  que a nadie interesa.  Para que tengamos historia, ninguna situación social nos debe ser ajena, un ejemplo, fue la vida ejemplar de Wolf French, que no hubo ninguna actividad donde no fuera parte esencial, siempre para ayudar y contribuir a mejorar cualquier circunstancia social. Su participación fue sumamente activa, productiva y siempre al servicio de los demás.


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