CULTO A LA PATRONA
VIRGEN
DEL CARMEN: ETAPA DE TRANSICIÓN ORGANIZATIVA
El Cura-párroco de la Parroquia Nuestra Señora
del Carmen de San Joaquín (1782), presbítero, José Gregorio Ilija Turkail
(1973), convocó durante el mes de abril del 2016 a los socios cofrades
de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, para actualizar los estatutos o reglamentos y renovar a las autoridades
de su junta directiva. Esta acción pastoral ha sido una constante histórica
desde su establecimiento en 1811, la cual se comienza a organizar, formalmente, el culto a la Imagen de la
Virgen del Carmen.
En el devenir histórico de la asociación de laicos devotos o cofradía, ha existido diferentes etapas, que, para nuestro parecer, la actual cofradía procede de la fase renovadora
del tercer Obispo de Valencia, Mons. Gregorio Adam (1937-1961), la cual tuvo
como transición la organización llamada Sociedad de Nuestra Señora del Carmen.
Antes de proseguir, es importante
recordar el significado del término Culto, cuyas acepciones de la Real Academia
de la Lengua nos señala lo siguiente: primero, “Homenaje externo de respeto y amor que el cristiano tributa a Dios, a
la Virgen, a los ángeles, a los santos y a los beatos”. Y segundo, “Conjunto de ritos y ceremonias litúrgicas
con que se tributa homenaje”. De ambas acepciones deriva lo que se denomina
Culto externo, que: “…consiste en
demostraciones exteriores, como sacrificios, procesiones, cantos sagrados,
adoraciones, súplicas, ofrendas y dones”. En suma, las manifestaciones cristianas, en San Joaquín, de amor a la Virgen Santísima, es lo que llamamos la Fiesta en honor a la Virgen del Carmen, que se celebra cada 16 de julio.
Además, la advocación de Nuestra Señora del Carmen es la Titular de la Parroquia
Eclesiástica desde 1957, después de 70 años de
que el pueblo o la comunidad sanjoaquinera la decidiera como Patrona. Es posible que a partir de esa
misma fecha (1957) comenzara, con mayor esplendor, los Festejos Oficiales o Fiestas Patronales (1887), en donde se incluyen las programaciones musicales, juegos
recreativos, elecciones de reinas, actividades culturales y deportivos, toros coleados, entre otras actividades
festivas.
SOCIEDAD NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
En esta ocasión nos vamos a
referir a los últimos años (1938-1941) de la mencionada etapa de transición que
sufre la asociación de fieles ante de retomar nuevamente a la denominación de
Cofradía. Esta información está basada en el
libro de actas de la Sociedad de Nuestra Señora del Carmen, que aún
conservamos en nuestro archivo.
El 11
de diciembre de 1938, previa convocatoria del Cura-párroco, Pbro. Antonio
Domingo Ecarri, se reunieron en el salón de sesiones de las sociedades un grupo
de caballeros (37 personas) con el objeto de reformar a la Sociedad de Nuestra
Señora del Carmen. En la reunión se eligió por unanimidad la nueva junta
directiva, conformada por los siguientes socios: presidente, Justo García; vicepresidente, Alfredo Camacho; Secretario,
Luis Alfonso Rojas; tesorero, Luis Orellana; vocales, Máximo Tovar, Pedro Ramos
y Lorenzo Aguilar. El párroco tenía el cargo de director. Y se acordó la
contribución de un cuartillo semanal para cubrir los gastos de la sociedad. En
la sesión del 18 de diciembre fue ampliada la directiva con el nombramiento de
Felipe Morales, en el cargo de maestro de
ceremonia.
En la
sesión del 2 de enero de 1939 hacen lectura de una carta del Obispo Gregorio
Adam, de fecha 29 de diciembre de 1938, en donde le señala que: “Ha recibido la notificación que Uds. me
enviaron con fecha 15 del que cursa: aplaudo el ynteres i buena voluntad de uds. en fomentar el culto
católico, bendigo complacido la recién fundada Sociedad de Nuestra Señora del
Carmen en esa Parroquia de San Joaquín.”
LA
CONTINUIDAD DEVOCIONAL
Las
instituciones que conforman la sociedad humana se encuentran frente a su
historicidad, y es por esta razón que siempre se encontrarán ante la dialéctica
histórica de continuidad y ruptura. De ahí el siempre comenzar en las
actividades eclesiásticas, que parecieran no querer mirar
hacia atrás, pero la realidad histórica es la presencia cambiante de los
protagonistas (párrocos y feligreses), que, en todo tiempo, se van renovando. Cuando el
Obispo habla de fundación, significa, solo de una ruptura generacional, porque la continuidad de la razón de ser del culto a la Virgen, permanece inalterable.
El origen de la devoción a la Virgen del
Carmen se remonta a los comienzos de la vida parroquial de San Joaquín (1783)
cuando el segundo párroco, Pbro. José Damián Saubens (1764-1829), por solicitud del gremio de los pardos (grupo
social que se distinguía por la variación del color de la piel), le elabora y
organiza las Constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen y
Animas Benditas, asociación
piadosa que fue aprobada por decreto del Arzobispo de
Caracas, Mons. Narciso Coll y Prat, el 26 de junio de 1811.
REGLAMENTOS
DE ASOCIACIÓN
En la sesión del 15 de enero de
1939, el maestro de ceremonia, Felipe Morales, lanza la nueva Sociedad de
Nuestra Señora del Carmen de Damas, formada por un grupo de mujeres de la comunidad. En este aspecto se había
transformado más rígida la unión mixta de la sociedad, pues, en la cofradía de 1811, se aceptaba el sexo opuesto como hermanos menores, ya que los hermanos mayores eran solo integrados por caballeros.
Desde
el 22 de enero hasta el 5 de febrero de 1939 se discute el reglamento de la
Sociedad. En la primera discusión se aprueba el artículo 1º, que señala: [que]…“tiene por objeto principal esta sociedad el culto a Nuestra Señora del
Carmen y el mutuo auxilio entre los socios”.
Hay
un ejemplo del auxilio mutuo, entre los socios, que ocurrió el 2 de enero de 1939 cuando a proposición del director y presidente de la asociación, fue nombrada una comisión especial para solicitar al
presidente del estado Carabobo el retorno del hermano
socio, Domingo Parejo, quien se encontraba reclutado en la ciudad de Valencia.
Los comisionados fueron los siguientes socios: Luis Orellana, Juan
Aponte, Ángel Arias y Luis C. Rojas.
En
carta de contestación enviada por el presidente del estado Carabobo, Pedro Bacalao Silva, de fecha 4 de enero de 1939, le
dice que: …“con ocasión de haber recibido
de su carta de ayer 3 en contestación, a la cual tiene el gusto de informarle
que la persona a que se refiere ya se encuentra en libertad.” Pero también en su condición de “hermano
socio” estaban pendientes de cualquier situación de enfermedad de sus
integrantes, con el fin de solidarizarse y
ayudarlo.
Entre
los articulados aprobados del reglamento, se tiene que la junta directiva quedaría conformada por un presidente, un vicepresidente, un
tesorero un secretario, maestro de ceremonia y un portero. La
duración del cargo era de un año, pudiéndose ser reelegido por elección de la
mayoría de sus miembros. Esta elección se haría el domingo siguiente de las
festividades de Nuestra Señora del Carmen.
Los
requisitos para pertenecer a la sociedad fueron los siguientes: ser Católico, apostólico
y romano, mayor de 14 años, observar buena conducta, cumplir estrictamente los
reglamentos y haber sido propuesto por
un miembro de la Sociedad.
El proceso de establecimiento se
concluye el primero de abril de 1939, cuando en sesión especial bajo la
dirección del Obispo Gregorio Adam, el Vicario General, y sanjoaquinero, Mons. Jacinto Soto, y los párrocos de Guacara y San Joaquín, fue inaugurada y bendecido la Sociedad; quedando
constituida y confirmada. En esa ocasión, fueron bendecidas y colocadas a los socios las medallas, que llevan la imagen de la
Virgen del Carmen como insignia de la Sociedad.
Para
el 3 de agosto de 1941, en reunión con el nuevo
director, el párroco Martín de la Fuente, propone confrontar
el reglamento vigente (1939) con la del 1923 para sacar de ambas uno nuevo. Sin embargo, en el libro de
gobierno de la Parroquia de San Joaquín se afirma que el 12 de septiembre de
1940, por decreto del Obispo Gregorio Adam, quedó erigida canónicamente la
Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, con aprobación en esa misma fecha de los
estatutos.
A
MANERA DE CONCLUSIÓN
En
este proceso de transición los cofrades ejercitaron la solidaridad y la
preocupación mutua, muy parecido a la práctica de hermandad que hubo durante el
siglo XIX y XX. Ciertamente, la actual Cofradía debe profundizar dicho ejercicio,
mediante una efectiva ayuda material y espiritual entre sus asociados más
necesitados, enfermos, ancianos y socios con escasos recursos económicos.
Además, debe salir del cerco meramente ritual o devocional, para emprender mayor
interrelación social acorde con los nuevos tiempos, tomando como ejemplo a la
sociedad del 39.
Comentarios
Publicar un comentario