Progreso Gomecista
en San Joaquín
Los procesos históricos son protagonizados por personas de
carne y hueso cuyas acciones humanas podrían ser calificadas como de aciertos o
desaciertos, de luces o sombras, de sosiegos o conflictos; efectuadas en las
distintas estructuras sociales donde ellos son partes, tales como: la iglesia, partido
político, gobierno, ejército, universidad, comunidad, etc. Muchas veces las
acciones son individualidades
que, no necesariamente representan a la estructura institucional
pero que logran imponerse. Con conseguir diferenciar esa realidad humana, seríamos menos inflexible a la hora de
analizar el presente histórico y, sobre todo, tendríamos una valiosa
herramienta clave para comprendernos como un ser histórico-social que genera
diferentes hechos sociales,
algunos considerados históricos, las cuales se entretejen en el complejo proceso
sociohistórico de país.
Por ello, el cuidado de tomar postura ligera, tanto de los protagonistas, como de las
instituciones que van armando nuestra historia.
La Venezuela
autocrática del general Juan Vicente Gómez Chacón (1857-1935) es una época que
la estudiamos como un mero periodo dictatorial, la cual nuestro sistema
educativo en su enseñanza de la historia oficial, que es poca inteligente pues
no relaciona, y, por ende, carece de sentido crítico en la comprensión y explicación
del proceso sociopolítico, en consecuencia, se presenta sin ninguna correlación con las
demás autocracias tradicionales del siglo XIX y mucho menos con la del XX y XXI.
De ahí nuestra insuficiencia de comprender mucho de nuestros males que hoy
vivimos los venezolanos, pues esa enseñanza no acrecienta ni remedia nuestra
mal formada Conciencia Histórica. El
gobierno de Gómez se caracterizó por la concentración absoluta del poder, el
ejercicio de gobierno arbitrario,
despótico y represivo, pero sobretodo, una administración descarada en la
corrupción gubernamental alentada por los altos ingresos de la explotación
petrolera. Los venezolanos debemos repasar ese pasado cercano, y sus raíces históricas. Recordemos también que
el ejército de Gómez
fue un instrumento de dominación con la consigna de “paz, unión y trabajo”.
El historiador Ciro
Caraballo Perichi señala que “La idea de
progreso, estrechamente relacionada con obras públicas ha venido
desarrollándose durante todo el siglo XIX en Venezuela y para principio del
siglo XX, está vigente en las ideas positivistas”. (Obras Públicas, Fiestas
y Mensajes, 1981:10). La idea de progreso llegó a San Joaquín muy
tarde, y se va a establecer con las obras públicas que fueron creadas como
instrumento político o de manipulación, con el fin lograr y obtener apoyo popular. Prácticamente
es a finales de los años 20 que la imagen del municipio San Joaquín (el
territorio lo conformaba los actuales municipio Diego Ibarra y San Joaquín,
hasta 1957), atrasada, que comienza medianamente a mejorar. La población según el Censo oficial de 1920 es de 4.540 habitantes (967 casas) y de
5.857 habitantes para 1936, el crecimiento de la población se había congelado, muy
parecido a los mejores tiempos de la época colonial.
En un informe oficial de 1933, el gobierno nacional resalta que, en San Joaquín, “La actual administración ha instalado el alumbrado eléctrico, refaccionado convenientemente el Acueducto, la Casa Municipal y la Plaza Bolívar” (F. Benet, Guía General de Venezuela. 2do. Tomo. Estados Portuguesa, Cojedes, Yaracuy, Carabobo. Aragua, Miranda y Distrito Federal. Apéndices).
La Plaza pública,
primer piso de cemento
Ha mediado de la tercera
década del siglo XX la plaza aún seguía siendo de tierra con tupida vegetación,
y de referencia urbana desde su fundación (1795). Asimismo, no tenía nombre ni un
monumento porque a penas en la sesión ordinaria del 31 de julio de 1928, la
Junta Comunal acordó llamarla, Plaza Bolívar.
En la sesión del 25 de enero de
1926, la Junta Comunal discutió el presupuesto del gasto público y se señala
que…“la Plaza Pública que requiere
mejorarla y para lo cual ya nuestro digno Presidente del Estado señor Don Ramón
H. Ramos ha regalado veinticinco (25) barriles de cemento”… (Libro de Actas de
la Junta Comunal, 1926-1941, f.2).
El 6 de febrero las autoridades municipales haciendo una revisión del cuadro
demostrativo del movimiento de la Renta, encontraron un sobrante de 50
bolívares del mes anterior y resolvieron en utilizarlo en la compra de
arena, “para darle principio a la
composición de la Plaza Pública” (f.5).
Al final se adquirió 50 carros de
arenas, puesta en la plaza, por la cantidad de 100 bolívares. Para el 26 de
mayo se anuncia que la reforma de la Plaza Pública no se había culminado por
escasez de fondo y materiales adecuados, “como
es el diámetro de la platina en que está montada la baranda, ha propuesto el
ciudadano Vicepresidente con la aprobación del Presidente y el Vocal y la
información sobre el particular del ciudadano Joaquín Galíndez, acaba de quitar
dicha baranda que cerca la mencionada Plaza, ha resuelto esta Corporación, en
vista de las facultades que le concede la ley respectiva, y observando la
necesidad perentoria de organizar dicha Plaza, como lo exige la decencia y el
buen nombre de los pueblos”… (f.20).
Puente La Indiana
En
el empeño de garantizar movilidad al nuevo ejército, organizado y modernizado por Gómez, fue
necesario las mejoras de las vías de comunicación; de ahí que el gobierno nacional desplegara
un arduo trabajo con el uso de mano de obra presidiaria en
las carreteras del país. La realidad era que, la mayoría de las carreteras solo estaban aptas para transitar en
carros tirado de bestias o recuas de mulas, que obligó al gobierno arreglar
dichos caminos como elemento de control político.
En ese trazado y de mejoramiento de carretera se alcanzó construir e inaugurar el 24 de junio de 1928 el puente, La Indiana, sobre el río Ereigüe; antiguamente conocido como Hato Viejo. En esa ocasión, por razones naturales e históricas, era muy deficiente la magnitud del caudal, y según se ha señalado, el dictador Gómez dejó sellado la siguiente frase: “ya tenemos el puente y ahora nos toca buscar el río para pasarlo por debajo” (Jesús Briceño Enríquez, Nociones Hidro-Geográficas del Estado Carabobo, 1978:123). Desconocemos de la veracidad de estas palabras, pero lo que, si es cierto es el problema frecuente del escaso volumen de agua en el río, y más notable en época de verano.
Bomba de gasolina
El automóvil fue en el régimen gomecista un símbolo de
modernidad, que requería de la construcción de buenas carreteras y del
establecimiento de centros de servicios para el suministro de gasolina y
lubricantes y de otros requerimientos automotrices. La aparición de las bombas de gasolina
representó, sin duda alguna, la llegada del progreso a San Joaquín, localidad
que se hallaba
atravesada por una carretera (calle real) que comunicaba las grandes ciudades
de Caracas y Valencia.
Hubo dos solicitudes de instalación de bombas de gasolina las cuales se
lograron establecerse, y así, crear la imagen de progreso: estandarte de la política de Estado del
gobierno de Gómez. El primero fue la petición, en 1928, del ciudadano,
Guillermo A. Ramírez, comerciante, domiciliado en la ciudad de Valencia, que
era representante y apoderado de la empresa, The Petroleum Utensils Co. En la solicitud indica que…“se le conceda un permiso para instalar una
bomba para el expendio de gasolina y aceite lubricante marca Milvanke [shell],
número 585. Con tanque subterráneo con capacidad de dos mil litros”… (Libro
de Actas de la Junta Comunal, 1926-1941, f.51).
Para la consecución del
permiso fue comisionado el Jefe Civil,
Luis José Moratino, para que realizara la inspección ocular y levantara
un informe para verificar si existía algún inconveniente. En la sesión del 15
de diciembre de 1928 se leyó el oficio del Jefe Civil acerca de la inspección y de los resultados del informe solicitado,
manifestando que no encontró inconvenientes algunos…“para
la instalación de una bomba que situarán hacia el norte a orillas de la calle
real de esta población frente a la Casa de Comercio del señor José C. Terán y
en terreno del señor Víctor Fábrega,
en donde también harán un jardín”… (Ídem., f. 52). El lugar en mención, se refiere a la entrada del sector El Remate, a mano izquierda, donde
logró construirse la estación de gasolina.
En medio de los trámites de solicitud la empresa le propuso
verbalmente al Jefe Civil la compra de 100 metros de barandas que
había tenido
anteriormente la Plaza Pública con un costo de 500 bolívares. Sin embargo, los
miembros de la Junta Comunal consideraron “que
nada se hace con la mencionada baranda” y mandan al Jefe Civil entregar
dicho dinero al Recaudador de Rentas Municipales.
El 29 de abril de 1931 se realizó la segunda
solicitud, esta vez, le corresponde al señor Pedro Medina Ulloa, natural de
Rubio, Distrito Junín del Estado Táchira, de domicilio en el Distrito de
Guacara, quien expresó por escrito: …“necesito establecer un expendio de gasolina por
medio de una bomba que instalaré en una de las esquina de la Plaza pública de
esta población a orillas de la carretera en la parte Sur, frente el
establecimiento del señor César Casteluche que tiene establecido en la Casa de
la señora Catalina Verenzuela de Sandoval” (Ídem., 12 de mayo de 1931, f. 68). La solicitud fue puesta en consideración y
aprobada por la Junta Comunal en la sesión del 12 de mayo de 1931.
Antes de las peticiones de instalación de las mencionadas
bombas, hubo el caso del señor José Cupertino Terán, quien solicitó ante la
Junta Comunal establecer un depósito de gasolina en su Casa de Comercio, cuya
petición se le fue otorgada (Ídem., 8 de julio de 1927, f. 37).
Alumbrado público
El otro símbolo de progreso o modernidad fue el servicio de
electricidad, la cual estuvo en mano de iniciativa de empresas privadas. En San
Joaquín tardíamente se implementó el servicio de luz eléctrica, y comenzó en
1928, primero con el alumbrado
en las viviendas aun Casa de gobierno y plaza; y después,
el siguiente año con el total de alumbrado eléctrico en las calles.
Antes de esa fecha, el alumbrado en San Joaquín fue
mediante lámpara o faroles de carburo (Carburo de Calcio, CaC2). La
luz de carburo se inventó poco antes de 1900 sustituyendo las tradicionales
velas. Los faroles se colocaban en la vía pública sujeto a las paredes de las
casas y al final de cada manzana, se encendían al atardecer y se apagaban en la madrugada. Los trabajadores públicos encargados de cumplir
esas actividades se le llamaban, faroleros.
En San Joaquín hubo dos reconocidos faroleros: Julián
Aponte
y Félix Castillo.
En el presupuesto de 1927, la Junta Comunal aprobó 60
bolívares mensuales para el pago del farolero y de atención del acueducto. Y para los gastos de
alumbrado público de 60 bolívares mensuales. En el mismo año se dejó asentado
la negociación siguiente: “Después de
haberse estudiado y puesto en consideración el asunto sobre alumbrado público
de esta población, y viendo las ventajas para el Municipio y buscando el mejor
servicio de luz, se resolvió por unanimidad hacer un
negocio con el ciudadano Reinaldo Jiménez para que se entrevenga [sic] en el
alumbrado y composición de lámparas para dicho servicio, pagándole las Rentas
Municipales Bs. 60 (sesenta bolívares mensuales) y dándole 60 kilos de carburo
para los días de alumbrado” (Ídem., 5 de agosto de 1927, f. 38).
En sesión extraordinaria del 26 de febrero de 1929, el secretario
de la Junta Comunal leyó un oficio que enviara el presidente del Concejo
Municipal de Guacara, junto a una copia simple del contrato celebrado entre el
Síndico Procurador Municipal Eduardo Martínez y el ciudadano José Manuel Reyes,
para instalar la “Planta de luz y fuerza eléctrica”. Esta solicitud fue hecha
por el jefe civil Luis José Moratino. En la misma reunión se aprovechó resolver un
asunto de alumbrado: … “En vista de que
el Puente de Aguas Blanca [quebrada Los Coco] que queda a la entrada de la
población al Naciente, es muy oscuro. Se acuerda aumentar diez focos sobre la
base que de antemano se había concurrido con la Empresa y los que se repartirán
en la forma siguiente: cuatro en los dos extremos del puente, dos dentro el
puente y con esquina del señor Terán, y cuatro más entre las esquinas de las
otras calles extraviares” (Ídem.).
Como podemos colegir la instalación de la Planta eléctrica
de 1929 no fue la primera, ya existía una prestando servicio. Así, se confirma
en el acta del 10 de junio de 1929 que registró lo siguiente: “El Secretario dio cuenta de un memorándum
del ciudadano Empresario de Luz Eléctrica de este Municipio, en el que exige abrevie
la cancelación de la deuda contraída con él, por instalación del alumbrado de
la jefatura y plaza de esta, cuya resolución se dejó para la próxima reunión” …
(Ídem., f. 61).
Para el presupuesto de 1930 se le asignó al alumbrado
público la cantidad mensual de 223 bolívares.
19 de Diciembre
El
19 de diciembre de 1908 se efectuó el primer Golpe de Estado del siglo XX
encabezado por Gómez,
quien se aprovechó de la ausencia del general Cipriano Castro por enfermedad, y de los
factores económicos conflictivos que no garantizaban seguridad a los inversionistas extranjeros,
especialmente a los Estado Unidos de América, dando inicio a su programa de Rehabilitación Nacional. El año siguiente la fecha se impuso mediante
decreto oficial como una festividad política, que tenía como fin destacar el
culto a la personalidad del Benemérito. Al mismo tiempo creó un conjunto de
manifestaciones de adulación en las autoridades subalternas, y en la población
en general, obligadas a exaltar “el culto
al Héroe de Diciembre”, y la de tener presente dicha efeméride en la vida
diaria y en todas las actividades sociales.
Los sanjoaquineros estuvieron sometidos a la
manipulación política del régimen sociopolítico, que solo buscaba la dominación
individual y colectiva.
Un ejemplo fue la organización del Club de Béisbol con la denominación, 19
de Diciembre, que desapareció cuando murió el dictador en
1935.
La celebración municipal de la fecha era una obligación política, así
quedó asentado el 30 de noviembre de 1927: “De
acuerdo con un telegrama que recibió el ciudadano Jefe Civil del Distrito
[Guacara] existiéndolo a la celebración del 19 de Diciembre a lo
que esta junta corresponderá en justicia a la gloriosa efeméride” …
(f.41). Para esos actos efímeros no se medían los
gastos públicos. El año siguiente la Junta revisa los cuadros de movimientos rentísticos y hallan un saldo
suficiente, y destina 150 bolívares para ayudar a los festejos del 19 de
Diciembre. (Ídem., 12 de noviembre de 1928, f. 49).
Pero un ejemplo patético y
aleccionador para comprender estos tipos de gobiernos de fuerza, que se creen
eternos, fue la decisión del 30 de marzo de 1939 cuando en reunión ordinaria: “El ciudadano Presidente propuso cambiar el
nombre de la calle que se denomina 19 de Diciembre, por el nombre del Ylustre
sabio Guaireño, José María Vargas, y quedó acordado y aprobado por unanimidad”
(f. 112). Esta calle transversal aún conserva el nombre, la Calle Vargas, y es
la que pasa por el frente de la Alcaldía.
Apenas había transcurrido cuatro años de la muerte del tirano,
y las autoridades nacionales se enfrentaban una vez más con la trágica decisión
histórica de los venezolanos de escoger entre la barbarie militar y el civilismo representado
por un ilustre ciudadano.
Nota marginal
En
la nueva visión de mirar nuestra historia nacional, según el historiador Germán Carrera Damas (1930), el país vive actualmente
una crisis de la Segunda República Liberal Democrática instaurada en 1958-1961.
La primera se había establecido en 1945-1948 y fue interrumpido con el régimen
dictatorial del general Marcos Pérez Jiménez.
Es de suma importancia ubicarnos en el momento histórico que
actualmente vivimos, por ello, es necesario recordar que muchos de los
problemas que ocurren hoy tiene que ver con nuestro pasado histórico. La
República Liberal Autocrática establecido en 1830 que concluyó en 1945, cuyo
lapso se impuso y dio continuidad a la conciencia del absolutismo monárquico
colonial y justificó la dictadura … “como
instrumento necesario de ordenación social y de promoción del progreso
material” (La Disputa de la Independencia, Carrera Damas, 1995:145), y que hoy está
nuevamente establecida en el país con el agravante de que está adherido con
otros vicios de carácter delictuoso que no había en la época gomecista.
El
historiador Carrera Damas no se equivocó cuando señaló, en 2007, que estamos ante…“los neogomecistas del militarismo-bolivarianismo”…
(En Defensa de la República, p. 30) que, con el ropaje del socialismo del siglo
XXI, hoy
detenta el poder público de Venezuela con la diferencia de que este régimen
autoritario carece de hombres lúcidos que justifique o respalde las pretensiones del
déspota y que, ha obligado a activar las reservas democráticas asimiladas
por la mayoría de los ciudadanos en la mal llamada cuarta república.
Evencio Díaz
Cronista Municipal
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