SAN
JUAN BAUTISTA Y LOS BAILES DE TAMBOR
El primer Cura-párroco de la
Parroquia San Joaquín (1783-1793), Pbro. Juan Rafael Ferreira del Barrio,
estuvo en conflictos de tribunales Eclesiástico y Civil con los vecinos y
propietarios del valle de Hato Viejo, en el año de 1788 (véase Río
Hato Viejo hoy Ereigüe). El
expediente, que reposa en el Archivo de la Academia Nacional de la Historia,
consta de dos libros, y en uno de ellos se
registra la
información suministrada por los testigos del caso. En una declaración
realizada por uno de los testigos, llamado: José Damasio Franco, vecino del sitio de Hato Viejo, señaló lo
siguiente: …“Que también ha oído decir que consecuente a la
conformidad ante dicha don Santiago Vargas y don Ignacio Urraca, dieron un
memorial al Ilustrísimo Señor Prelado Diocesano [Obispo de Caracas], para que se dignase aceptar el partido de
mudar la nueva Parroquia de Mariara a la Punta Zamuro [donde actualmente se
encuentra], en las tierras que ellos
ofrecían bajo la precisa condición de que
conforme se mudaba de un lugar a otro, se mudase el nombre del Santo
Titular, y que en lugar de San Joaquín de Mariara, tuviese el de San Juan Bautista de Hato Viejo”…
(Sección Civil, Libro 9-3453-1, f. s/n)
Para una mejor lectura, hemos adecuado la grafía del texto original, pero lo más
importante es el cúmulo de datos contenidos en el párrafo y de las demás
informaciones asentadas en el libro, como producto de los interrogatorios de
los testigos.
Para quienes han seguido de cerca
los orígenes de San Joaquín, estos nuevos datos confirman y ponen en duda
algunas afirmaciones que, hasta ahora teníamos. Por ejemplo,
la supuesta donación de la tierra de Punta Zamuro por parte del Conde de Tovar,
que, ciertamente,
lo hizo, pero dichas tierras colindante del valle Cura,
siempre fue un lindero en litigio con los legítimos propietarios, Vargas y Urraca. Además, se pone en evidencia la
temprana confusión que generó el auto de erección de la Parroquia de San
Joaquín (1782), en cuanto a la jurisdicción territorial. En el documento de
creación solo se habla del valle de Mariara, omitiendo los demás valles (Cura y
Hato Viejo), a pesar de que los linderos se extendían por el oeste mucho
más allá de Mariara. Sin embargo, nuestro interés, por ahora, es por la
primicia del intento de
cambiar el nombre del titular de la parroquia eclesiástica.
SAN
JUAN BAUTISTA COMO TITULAR
La pregunta que nos hacemos, es por
qué los litigantes Vargas y Urraca propondría al obispo el cambio del titular
de la parroquia San Joaquín de Mariara.
Los españoles trajeron su cultura y, en el proceso de implantación de la nueva sociedad
colonial, también establecieron sus devociones y costumbres religiosas. La
fiesta del patrono san Juan Bautista se establece con los primeros pobladores
españoles que pisaron la costa venezolana. San Juan Bautista, además de tener
una razón religiosa, también tiene que ver con “el ciclo de la fertilidad de la
tierra” la cual proporciona excelentes y abundantes cosechas a los campesinos o
labradores.
La fiesta de san Juan se hace
popular y durante el siglo XVIII logra adaptase al grupo racial de los negros
africanos, quienes reinterpretan la fiesta los 24 de junio, mediante la
incorporación del frenesí baile de tambores y acompañado con bebidas
embriagantes, según para mantener el entusiasmo de la festividad.
De acuerdo a datos suministrados
por López de Velasco, funcionario del Consejo de Indias, entre los años de 1571
y 1574, la ciudad de Valencia contaba… “con
siete u ocho vecinos de los que emigraron de Borburata en tiempo del gobernador
Villacinda, año 53, por temor a los corsarios.” (Moreno, Antonio Arellano; Orígenes de la economía venezolana,
1982:106). Como bien sabemos la ciudad de Borburata, conforme a la opinión de
algunos historiadores, fue fundada bajo la devoción del santo patrono de san
Juan Bautista; de ahí de que el escudo de la ciudad de la Nueva Valencia del
Rey contenga la Imagen de dicho santo en el cuartel inferior. Esta relación lo
traemos a colación porque los dueños de Hato Viejo eran descendientes de uno de
los primeros pobladores de Borburata y Valencia, como lo fue el capitán Vicente
Díaz Pereira.
Con este primer argumento podemos
señalar que los dueños de Hato Viejo aún conservaban la costumbre de sus
mayores, en la devoción de san Juan
Bautista.
Quizás ellos vieron la oportunidad de resaltar esa devoción, con ocasión del proceso traslación (cambio de lugar
para la edificación de la Iglesia), que fue objeto la parroquia eclesiástica.
Un segundo argumento, no menos importante, pudo haber sido una manera de
contrariar al párroco del Barrio, quien en una oportunidad tildó de “mestizones
y guarichones” a los dueños de Hato Viejo. Pues, para la época, ya san Juan se identificaba con las personas de clase
negra o parda. Por esta razón, señala Juan Liscano que… “En España llaman Juan Lana al hombre apocado
y bonachón; Juan Palomo al que no sirve para nada y al cándido, al sencillo. Buen
Juan, Juan de buena alma. Decir Juan es decir don nadie” … (La Fiesta de San Juan Bautista,
1973:22). Al final, se demostró que el culto a san Juan Bautista, no era un sentir colectivo,
y la solicitud en
ningún momento fue considerado por la autoridad episcopal.
EL
CUMACO EN SAN JOAQUÍN
En San Joaquín se logra implantar el
culto afro descendiente de san Juan Bautista por el camino montañoso (cerro El
Aguacate) que da a Ocumare de la Costa, lugar en donde se
realiza las procesiones y velorio de dicho santo.
En Ocumare se realiza la fiesta
durante los días 22, 23, 24 y 25 de junio, bailando por las calles, agitando
banderas y ramas verdes en señal de alegría y devoción. El baile lo hacen
dentro de un circulo formado por los espectadores y celebrantes, el cual … “Las mujeres efectúan lascivos movimientos de
cadera y los hombres la siguen con vaivenes llenos de gracias y habilidad.”
(Fiestas y Danzas Folclórica en
Venezuela, Arturo Domínguez, Luis; Salazar
Quijada, Adolfo; 2004:127).
Debido a la indiscutible
disminución de la celebración de san Juan, con inspiración devocional, la manifestación ha quedando relegado a solo
“ritmicidad”, es decir, un mero baile y canto al son de tambores como una expresión
de esparcimiento. En San Joaquín se denomina “Cumaco de San Juan”; quizás a ellos se
le debe al uso y tipo de instrumento único utilizado, conocido como el tambor
de Cumaco, que… “es de un solo parche, que acostumbran clavar en uno de los extremos.
Sus dimensiones varían entre un metro y un metro cincuenta de largo, y es
además bastante pesado, por lo cual acostumbran acostarlo en el suelo mientras
lo repercuten, o llevarlo entre dos hombres cuando van en procesión.” (Panorama
del Folclore Venezolano, M. Cardona, L. F. Ramón Rivera, Isabel Aretz,
Gustavo L. Carrera, 1959:58).
Nuestro primer cronista, Antonio
García (1920-2003), remonta la práctica del Cumaco y el impulso de la organización
y celebración de san Juan Bautista a fines del siglo XIX, con la llegada de Juan Trejo a la hacienda Cura, Al
fallecer Trejo, en 1930, los hermanos Francisco y Ventura Trejo mantienen la
manifestación hasta 1976. Después de un breve paréntesis de inactividad, un
grupo de personas con sentido de identidad y con afán de restablecer las
tradiciones locales conformadas por Genoveva Díaz, Florinda Nieves, Alicia
Herrera, Guillermina Jiménez y don Eusebio Barreto (coquito) comenzaron a
finales de 1978 la manifestación folclórica del Cumaco de San Juan. Esta
iniciativa fue asumida directamente por Eusebio
Barreto, quien organizó y dirigió el grupo de bailes. Desde entonces se han
venido desarrollando las actividades festivas en honor a san Juan Bautista cada
24 de junio, a través de las diferentes agrupaciones de Cumaco de San Joaquín.
Evencio
Díaz
Cronista
Municipal
P.D.: Fotos del archivo del Centro Socio Cultural San Joaquín (1979), y libro La Fiesta de San Juan Bautista, Año 1973.
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